
Gracias a un trabajo humilde, sacrificado y silencioso, Leandro González disfruta hoy el momento más glorioso de su efímera trayectoria futbolística, vistiendo nada menos que los colores de Estudiantes de La Plata.
Hay que reconocer que su crecimiento lleva hoy casi la misma velocidad que sus disparos, ganandose un lugar de privilegio en el mejor equipo actual del fútbol argentino.
El piguense, de jóvenes 24 años, fue decisivo en la clasificación a los cuartos de final del actual Campeón de América. Sus goles, en México y esta noche en el estadio de Quilmes ante San Luis, dispensaron serenidad en una llave que a priori, no consentía demasiado peligro.
Y hoy disfruta, González. ¡Como para no disfrutar, Leandro! si llegó el momento de sembrar, tras una cosecha que (pocos saben) se inició una fría tarde de Julio, para ser más precisos el tercer día del invernal mes. Esa misma tarde, Olimpo vencía a Pacífico en Bahía Blanca por 3 a 1, y Sergio Hernández lo hacía debutar en la humilde divisional B de la Liga del Sur.
El Carminatti fue sigiloso testigo de su preparación, similar a la de cualquier juvenil que pretende triunfar en un fútbol de caminos tan estrechos como competitivos. Y profesionales, claro.
Será que Leandro tuvo un plus, que contados con los dedos de una mano, han tenido los jugadores de nuestra zona en estos últimos años. Con sus bajones, claro, pero con la resignación como remota sentencia.
Ese plus lo llevó a progresar de manera rauda, consagrándose campeón local con los colores aurinegros y llegando a la Primera División de la mano del uruguayo Gregorio Pérez, el 6 de Marzo de 2005, disputando algunos minutos frente a Gimnasia de La Plata. Su sacrificio, y por sobretodas las cosas, su constancia, lo llevaron año tras año a ser tenido en cuenta por los entrenadores que pasaron por la entidad bahiense.
Paradójicamente en la peor temporada de Olimpo en Primera (terminó descendiendo, vaya casualidad, frente a Estudiantes de La Plata), el piguense concretó su mejor temporada en la elite del fútbol argentino, y un urgido Racing lo incorporó a sus filas nada menos que junto a su amigo Martín Wagner, compañía indispensable para vivir una temporada donde no todo fue color de rosa...
En la Academia jugó poco, y sufrió más de la cuenta. Sus 3 goles en 17 partidos no alcanzaron ser un buen recuerdo, ni para él, ni para muchos hinchas albicelestes.
Pero sorpresivamente, en Julio del pasado 2009, apareció Estudiantes de la Plata en el camino del piguense. Un equipo que vivía gloria plena tras la conquista de su cuarta Copa Libertadores de América y se preparaba para jugar nada menos que ante Barcelona en Abu Dhabi, parecía, a priori, un sueño.
Y pese a contar con pocos minutos en cancha, compartir mañanas tardes y noches con Verón, Boselli, Desábato o Angeleri no fue cosa de todos los días.
Pero la constancia, palabra repetitiva en este resúmen, no cesaba de aparecer. Sabella la palpaba en cada práctica, en cada entrenamiento. Y no en vano, le otorgó la confianza que necesitaba en una pretemporada clave, que se desarrolló en Cariló. Con minutos en cancha, los prejuicios de afuera fueron sustituidos, al menos, por una observación profunda. Fue así como Leandro pagó con goles. (más que goles, golazos). Primero ante Juan Aurich de Perú, y luego, nada menos que ante Boca ¡en la mismísima Bombonera!. ¿Revancha ante Racing? Prefirió sólo hablar dentro de la cancha, y marcar dos goles de enorme factura. Y lo mencionado, viaje a México con gol incluído...y estampar su marca también en la revancha.
Del trabajo a la satisfacción. Del mérito a la congratulación. De los insultos a los aplausos. Así vivió Leandro González su ascendente carrera que hoy sólo parece incursionarse hacia el éxito.

"Cuando digo te espero, que conste, te pido revancha..." fantasea, sueña, percibe Iván Noble. Cuántas veces lo habrá fantaseado, soñado, percibido Leandro... Una especie de revancha? Si puede llamarse así, le tocó su puerta hoy. Premio merecido a la constancia. ¿Merecido? Merecidísimo.
Juan Manuel Tucci.
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